23/7/10

Beato Miguel A. Pro


Miguel Agustín Pro, SJ (1891-1927)

Miguel Pro nació el día 13 de enero de 1891, en Guadalupe, Zacatecas en la República Mexicana. Desde su infancia, la risa y la alegría fueron características importantes de su personalidad.

A los 20 años de edad ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús (Jesuitas). Muy poco tiempo después, los novicios tuvieron que salir del país a casua de la Revolución Mexicana. Así fue como llegó a ordenarse Sacerdote Jesuita en Bélgica el día 25 de agosto de 1925.

El Padre Pro sufrió gravemente de una enfermedad de estómago y aún después de varias operaciones, no se mejoró. Posteriormente, a pesar de la gran persecución un su país, le fue permitido regresar a México en 1926.

Se sintió obligado a pasar el resto de su vida llevando a Cristo a sus paisanos. Esto fue como su misión especial. Pasó su tiempo atendiendo secretamente a los tenaces católicos mexicanos, muchas veces en una forma incógnita o disfrazada. Muchas veces apenas pudo escaparse y finalmente, se publicó una orden formal de su detención; con esto, empezó a esconderse.

Fue acusado falsamente de traición en conexión con un atentado, y aunque hubo pruebas para confirmar su inocencia, ordenaron su ejecución. Fue traicionado a la policía por un joven que temía la muerte de su mamá; y resultó que unos pocos días antes de su detención había dicho a un amigo suyo que había ofrecido su vida para salvar a México y que pensaba que Dios había aceptado su ofrenda.

Mientras lo llevaban a su ejecución, perdonó tanto al carcelero como al pelotón de ejecución. Como su último deseo, pidió permiso para orar; luego, rehusando que le vendaran los ojos, extendió sus brazos en forma de cruz y con voz firme exclamó: " ¡ VIVA CRISTO REY !" entregando así su vida consagrada a Dios Nuestro Señor.

Aquí podéis ver un fragmento de la película de su vida:

ENCUENTRO SUPERIORAS AMÉRICA 2011

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ESPECIAL EUCARISTÍA (novedades!)

En esta sección iremos poniendo algunos documentos sobre la Eucaristía que nos pueden ayudar a vivirla con más profundidad.
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"Haced, Dios mío, que no desee ni busque nunca más que serviros en la forma que Vos queráis." (M. Alberta)