15/10/10

Pureza de María


Señor Jesús, durante estos días hemos estado orando y reflexionando sobre lo que se esconde tras la pureza de tu Madre. Hemos visto su pureza en su alma contemplativa, en la limpieza de su corazón, en el alba de la mañana, en su vida traspasada por la espada de dolor, en un corazón que se hace refugio de pecadores, en un fiat que permanece eterno en el tiempo y abre las puertas de nuestra salvación. La hemos llamado “Madre de las cosas recreadas” porque todo su ser se ha transformado en respuesta a tu deseo de hacer nuevas todas las cosas.


Todo eso y más es la Pureza de María, es toda una vida que apunta hacia Dios y que se pierde en Dios, es un deseo de darse que se abre a todos los hombres, de todos los tiempos, de todas razas y lenguas… y es que a María no le basta toda la historia para responder a tu invitación desde la cruz: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Por eso la llamarán dichosa todas las generaciones, porque su dicha es la de la Madre que siempre escucha, que tiene el corazón volcado hacia sus hijos, que siempre ama, que siempre atiende nuestras súplicas.


Eres Pureza, María, nos sumergimos en esta palabra y nunca tocamos fondo, queremos apresar su significado y se nos escapa como agua entre las manos.

Pureza es el blanco del lirio, la luz de la mañana, el resplandor de la estrella que marca el camino; pero es también el rojo de la sangre, la oscuridad de la fe, la mirada que se pierde tras el Hijo que parte, la mano que se tiende al pobre, el abrazo al pecador.

Pureza es toda tu vida, Madre; y tu vida es un cristal que deja ver sin detener en él la mirada. Tu vida es transparencia, es puerta, es corazón que guarda . Tu vida es tu Hijo, tu vida son nuestros alumnos, nuestras familias, nuestra gente, tu vida somos nosotras, tus hijas de la Pureza.


Míranos con compasión y enséñanos a compaginar el trabajo y la oración, a dejar reposar en nosotras la Palabra.

Míranos con compasión y enséñanos a ser libres ante las cosas del mundo y auténticas hermanas de los hombres. Míranos con compasión a cada una y a todas juntas, míranos en nuestra soledad y míranos en nuestro convivir. Míranos con compasión y llévanos a Jesús, haznos Eucaristía. Míranos con compasión y reposa tu mirada en nuestra vida, en nuestras comunidades, en nuestras obras y calladamente recréanos a imagen de tu Hijo, al aire del Espíritu, a la luz de tu pureza. Amén.

14/10/10

Feliz día de Santa Teresa!


Pinchando en la imagen, encontraréis algunos recursos para la fiesta.

12/10/10

Educar los sentimientos a través del cine


Los sentimientos y la vida afectiva a través del cine

Autor: MªConsuelo Tomás y Beatriz Ródenas (Coord)
Título: Los sentimientos y la vida afectiva a través del cine
Editorial: Ediciones Internacionales Universitarias
Año: 2009
Pags.:174

En la época de la pantalla global, la formación afectiva se realiza, en parte, también a través de los medios audiovisuales. Interesante conocer su mecanismo, ¿no?

Este libro, que puede parecer sesudo y que no lo es en absoluto, ofrece un recorrido por los sentimientos que la gran pantalla transmite y que los autores nos enseñan a descubrir y disfrutar. Cine, antropología y educación son los tres ejes de la obra, de modo que ayudan a ahondar en la persona y en sus ansias de plenitud, desde un certero análisis de las polaridades afectivas principales (amor-odio, esperanza-desesperación, alegría-tristeza, ira o cólera y temor-audacia) tal y como se reflejan en las películas que se han proyectado recientemente en los cines (Once, Crash, El curioso caso de Benjamin Button, Slumdog millionaire, etc.). La universalidad de la pantalla digital despierta la urgencia de abordar la “educomunicación”, y el paso de la urgencia pedagógica a la profundización antropológica se convierte en algo casi obligado. Este libro es excelente para profesores y educadores de todos los niveles (por su aportación teórica), para catequistas y padres (por sus propuestas concretas de películas) y para todo el que quiera ahondar en el mundo de la cultura y del análisis antropológico de este medio de comunicación tan querido que es el cine.

“Leía un artículo del periodista y escritor Javier García Sánchez sobre la famosa película “Carros de Fuego” en el que expresaba los sentimientos del espectador, como las emociones que embargan al atleta en el momento de la competición: “Esta película entrañable habría triunfado si, por ejemplo, Vangelis no escribe para ella la música que todos conocemos? Seguramente no. Las escenas iniciales, en la playa, quedan ya en la retina del espectador, y en realidad son mucho más de aquello que parecen: un simple entrenamiento de un puñado de atletas. Incluso, me atrevo a afirmar, se les escapó a los propios creadores del film: esos hombres corriendo son el deporte de competición, en soledad. Juntos, pero en verdad infinitamente separados todos y cada uno de ellos. Acaso compañeros de club, amigos íntimos, pero también, posiblemente enemigos mortales a la hora de correr en una misma pista”.

Nelson Mandela



El largo camino hacia la libertad
Autor: Nelson Mandela
Título: El largo camino hacia la libertad
Editorial: Aguilar
Año: 2010
Pags.:661

Una autobiografía apasionante. A través de sus páginas Mandela desvela su itinerario vital y su oposición al apartheid.

El propio Mandela narra, a lo largo de estas páginas, su historia. Con una memoria asombrosa, recrea episodios del camino que le lleva desde su aldea a ejercer como abogado en Johannesburgo. Su toma de conciencia de la necesidad de plantar cara al apartheid, una lucha que le llevará a pasar décadas en la cárcel, y el modo en que, sin ceder nunca ni renunciar a su dignidad, planta cara a un régimen injusto hasta vencerlo. Prolija en detalles de toda su vida, y simplemente fascinante en el relato del cautiverio en la isla de Robben, este relato será, sin duda, fuente de inspiración para quienes puedan asomarse a su historia admirable.

"Fue el deseo de lograr la libertad para que mi pueblo pudiera vivir con dignidad y respeto para sí mismo lo que movió mi vida, lo que transformó a un hombre joven y asustado en un hombre audaz. Eso fue lo que convirtió a un abogado respetuoso con la ley en un delincuente, a un marido amante de la familia en un hombre sin hogar, lo que obligó a un hombre que amaba la vida a vivir como un monje. No soy más virtuoso o sacrificado que cualquier otro, pero descubrí que ni siquiera podría disfrutar de las escasas y restringidas libertades que se me concedían mientras mi pueblo no fuera libre..." (646)

5/10/10

Campanas


“El templo había estado sobre la isla, dos millas mar adentro. Tenía un millar de campanas. Grandes y pequeñas campanas labradas por los mejores artesanos del mundo. Cuando soplaba el viento o arreciaba la tormenta, todas las campanas del templo repicaban al unísono, produciendo una sinfonía que arrebataba a cuantos la escuchaban.

Pero, al cabo de los siglos, la isla se había hundido en el mar y, con ella, el templo y sus campanas. Una antigua tradición afirmaba que las campanas seguían repicando sin cesar y que cualquiera que escuchara atentamente podría oírlas. Movido por esta tradición, un joven recorrió miles de kilómetros, decidido a escuchar aquellas campanas.

Estuvo sentado durante días en la orilla, frente al lugar en el que en otro tiempo se había alzado el templo, y escuchó con toda su atención. Pero lo único que oía era el ruido de las olas romper contra la orilla. Hizo todos los esfuerzos posibles por alejar de sí el ruido de las olas, al objeto de poder oír las campanas. Pero todo fue en vano: el ruido del mar parecía inundar el Universo.

Persistió en su empeño durante semanas. Cuando le invadió el desaliento. Tuvo ocasión de escuchar a los sabios de la aldea, que hablaban con fervor de la leyenda de las campanas del templo y de quienes las habían oído y certificaban la fundada leyenda. Su corazón ardía en llamas al escuchar aquellas palabras... para retornar al desaliento cuando, tras nuevas semanas de esfuerzo, no obtuvo ningún resultado.

Por fin decidió desistir de su intento. Tal vez él no estaba destinado a ser uno de aquellos seres afortunados a quienes les era dado oír las campanas. O tal vez no fuera cierta la leyenda. Regresaría a su casa y reconocería su fracaso.

Era su último día en el lugar y decidió acudir una última vez a su observatorio, para decir adiós al mar, al cielo, al viento y a los cocoteros. Se tendió en la arena, contemplando el cielo y escuchando el sonido del mar. Aquel día no opuso resistencia a dicho sonido, sino que, por el contrario, se entregó a él y descubrió que el bramido de las olas era un sonido realmente dulce y agradable. Pronto quedó tan absorto en aquel sonido que apenas era consciente del mismo. Tan profundo era el silencio que producía su corazón...

¡Y en medio de aquel silencio lo oyó! El tañido de una campanilla, seguido por el de otra, y otra, y otra... y en seguida todas y cada una de las mil campanas del templo repicaban en una gloriosa armonía y su corazón se vio transportado de asombro y de alegría”.

A veces buscamos a Dios incesantemente y nos parece no encontrarle, sin embargo él se hace el encontradizo y sale a nuestro encuentro... Sorprendentemente, un día nos dejamos encontrar por Él, le dejamos actuar y le escuchamos; se nos manifiesta justo en esa realidad que antes queríamos dejar al margen.

2/10/10

La gratuidad de la cosecha


Hace mucho tiempo vivió en la China un niño llamado Ping que amaba tiernamente las flores. Todo lo que sembraba crecía como por encanto. Un día, el Emperador, que era muy viejo, decidió buscar a su sucesor. ¿Quién podría ser? ¿Cómo podría escogerlo? Decidió que iba a dejar que las flores lo escogieran. Al día siguiente salió un bando: todos los niños deberían venir a la gran plaza para recibir de manos del Emperador semillas de flores. "Quien en el plazo de un año me pueda mostrar el mejor resultado", dijo, "me sucederá en el trono". Esta noticia causó gran revuelo. Los niños de todos los rincones acudieron para recibir sus semillas. Los papás querían que su hijo fuera escogido como Emperador y los niños soñaban con ser escogidos. Cuando Ping recibió sus semillas se sintió el más feliz de todos los niños. Estaba totalmente seguro que podría cultivar las flores más hermosas.

Ping llenó una matera con tierra y plantó la semilla. La rociaba todos los días. Los días pasaron pero nada germinaba en la matera. Ping estaba muy triste. Entonces tomó una matera más grande y echó en ella la mejor tierra y tomó la semilla y la plantó. Esperó dos meses más y no pasó nada. Poco a poco paso un año entero. Llegó la primavera y los niños vistieron sus más preciosos trajes para agradar al Emperador. Se dirigieron a la plaza con sus hermosísimas flores, esperando cada uno que sería el escogido. Ping se sentía avergonzado con su matera vacía. Pensó que los demás niños se burlarían de él. Sin embargo, fue a la plaza. El Emperador observaba detenidamente todas las flores. ¡Qué flores tan hermosas! Pero el Emperador no decía ni una palabra. Finalmente, se acercó a Ping, quien agachó su cabeza lleno de vergüenza esperando que sería castigado. El Emperador le preguntó: "¿Por qué trajiste una matera vacía?" Ping comenzó a llorar y respondió: "Planté la semilla que usted me dio, la rocié cada día, pero no germinó. La sembré en una matera más grande, le puse una tierra mejor y tampoco germinó. Esperé un año entero pero nada creció. Por esta razón hoy vengo ante su presencia con una matera vacía. Hice lo mejor que pude".

Cuando el Emperador escuchó estas palabras, se dibujó en su rostro una sonrisa y puso su mano sobre el hombro de Ping. Luego exclamo: "¡Lo encontré! ¡Encontré a la única persona digna de ser Emperador! No sé de dónde sacaron las semillas que ustedes cultivaron. Porque las semillas que yo les di, habían sido cocinadas. Por lo tanto, era imposible que pudieran germinar. Admiro a Ping por el valor que ha tenido para venir delante de mi con su vacía verdad. Por lo tanto, ahora lo premio con el reino y lo nombro mi sucesor.

Si somos sinceros, más del noventa por ciento de las cosas que hacemos en nuestra vida, no tiene otra finalidad que buscarnos a nosotros mismos. El egoísmo es tan sutil, que nos engaña aún en nuestras buenas acciones. Reclamamos, exigimos, solicitamos que se nos tenga en cuenta de mil formas cada día... Pasamos factura por nuestras buenas obras. Queremos que se nos reconozca lo buenos que somos. Hemos hecho todo lo que nos correspondía hacer, y esto, automáticamente, nos hace merecedores de una recompensa por parte de Dios. Pocas experiencias tan importantes para aprender de la gratuidad, como la siembra y la cosecha. El campesino que siembra la semilla y recoge la cosecha, sabe que él ha sido responsable de ciertas condiciones externas que han facilitado las cosas, pero también es consciente de que el crecimiento y el fruto, es solamente obra y regalo de Dios. Esta bella historia nos recuerda que nosotros no somos dueños del crecimiento ni de los frutos, y que tener fe es hacer lo mejor posible las cosas, para que Dios realice su obra de salvación a través nuestro.

Hermann Rodríguez Osorio, SJ.

ENCUENTRO SUPERIORAS AMÉRICA 2011

CURSOS INTERESANTES

ESPECIAL EUCARISTÍA (novedades!)

En esta sección iremos poniendo algunos documentos sobre la Eucaristía que nos pueden ayudar a vivirla con más profundidad.
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"Haced, Dios mío, que no desee ni busque nunca más que serviros en la forma que Vos queráis." (M. Alberta)