
Una alabanza del señorío de Dios es el alma que está preparada para la misteriosa llamada del Espíritu santo, como un arpa, callada y dispuesta para que él arranque de ella las más bellas melodías. Ella sabe que también el sufrimiento es una cuerda que ha de dar hermosas tonalidades. Por ello está contenta cuando también éste se encuentra en su instrumento, para conmover mejor el corazón de Dios. Una alabanza del señorío de Dios es el alma que está orientada hacia Dios con fiel sencillez. Es como un espejo, que refleja todo su ser. Se asemeja a un abismo insondable en el que Dios puede penetrar. O a un cristal que él puede atravesar con sus rayos.