
"Como providencia humana, deben desvelarse cuidando diligentes las tiernas plantas que a su sombra crecen y se desarrollan, fomentando la débil luz de inteligencias que se enciende y atizando con cautela el fuego que prende en inexpertos corazones. Difícil es el cometido, pero tanto más honroso cuanto que las funciones del que educa son casi divinas" (M. Alberta)