“La belleza, como la verdad, infunde alegría y esperanza en el corazón humano. Por eso es hoy particularmente necesaria. Y es que junto a la crisis social y económica, el momento actual “está marcado también por un debilitamiento de la esperanza, por una cierta desconfianza en las relaciones humanas, de modo que crecen los signos de resignación, de agresividad, de desesperación”. Es un hecho también que el hombre explota sin conciencia los recursos del planeta, en beneficio de una minoría, y no pocas veces desfigura las maravillas naturales.
Ante esa situación, la belleza es capaz de “volver a dar entusiasmo y confianza”, y animar al alma humana a soñar una vida digna de su vocación. La experiencia de lo “auténticamente bello, de lo que no es efímero ni superficial”, no es algo secundario en la búsqueda del sentido de la vida y de la felicidad. Esa experiencia no aleja de la realidad, sino que lleva a afrontar de lleno el vivir cotidiano para liberarlo de la oscuridad. La belleza “impresiona” y es así como da fuerzas para vivir hasta el fondo la propia existencia.”
Benedicto XVI, Discurso a los artistas (26-11- 2009).