
El auténtico ser se realiza en el desinterés. Y también debemos aplicar la norma del desinterés a la oración cristiana". Continúa leyendo...
(L. BOROS, Sobre la oración cristiana)
Desde aquí queremos hacer eco del deseo expresado por Alberta Giménez: "Que Dios haga sepamos aprovechar tantos beneficios y tantos medios como pone en nuestras manos para atraernos a sí" [C. 236]. En este espacio, las Hermanas de la Pureza de María queremos hacernos conscientes de esos beneficios que recibimos diariamente de Dios, queremos acogerlos, agradecerlos, aprovecharnos de ellos, dejarnos atraer cada vez más intensamente por Él y poderlos compartir con todos vosotros.
Oriol Domingo | 15/01/2010 - 00:03 horas
1. Una vez ha comenzado a ejercerse la solidaridad cabe preguntarse dónde estaba Dios cuando el terremoto asoló Haití. Es lógico que el ser humano (ateo, agnóstico, creyente) se plantee este interrogante. Lo hace desde que la humanidad pisa el planeta Tierra. Es la milenaria cuestión del mal. No se resuelve con magia. Dios no es un mago. El ser humano tampoco tiene poderes mágicos. La relación entre Dios, humanidad y mal puede ser un laberinto, o un absurdo, o nada, o un problema, o un misterio. O un interrogante.
2. También los seres humanos se sienten interpelados por Dios, según el relato bíblico del Génesis. Dios pregunta a Adán; o sea, a la humanidad: "¿Dónde está tu hermano?"
3. ¿Dónde estaba el ser humano cuando el terremoto destruyó Haití? Habrá Dios, o no. Eso no depende del ser humano. Pero los seres humanos no pueden ni deben rehuir su propia responsabilidad, transfiriéndola a la divinidad. Ellos son, somos, responsables de la pobreza en el mundo, de la riqueza mal repartida, de las frágiles casas que se hunden cuando la Tierra tiembla, de no canalizar bien los ríos que se desbordan, de la falta de medicamentos, de la miseria, de la escasa educación, del dinero utilizado para destruir con armas y no para construir.
4. Hay otra pregunta crucial en el relato bíblico sobre la relación entre Dios y el ser humano. (Y es que la Biblia, sea dicho entre paréntesis, es un conjunto de narraciones profundamente humanas, y no un superficial texto infantiloide). La pregunta, dramática, es formulada por Jesús sufriente clavado en cruz: "Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". Aunque pueda pensarse lo contrario, el creyente es un ser que pregunta. Como el creyente Jesús.
5. La respuesta es más práctica que teórica, más existencial que intelectual, más vital que dogmática. La respuesta se da en la vida de cada uno y también en la propia muerte. La vida de Jesús es la del hombre para los demás. La del hombre que pasa por el mundo haciendo el bien. Que cree, pese a todo, en Dios. Que espera contra toda esperanza desde el fondo de su corazón. Que ama, que se solidariza, que perdona, que ejerce la misericordia. Y que en el último aliento exclama dirigiéndose al Dios que considera padre: "En vuestras manos encomiendo mi espíritu".
(lavanguardia.es)
DIME QUIÉN ERES
Ahora que la noche es tan pura,
y que no hay nadie más que tú, dime quién eres.
Dime quién eres y por qué me visitas,
por qué bajas a mi que estoy tan necesitado
y por qué te separas sin decirme tu nombre.
Dime quién eres tú que andas sobre la nieve;
Tú que, al tocar las estrellas, las haces palidecer
de hermosura;
Tú que mueves el mundo tan suavemente,
que parece que se me va a derramar el corazón.
Dime quién eres; ilumina quién eres;
dime quién soy yo también, y por qué la tristeza
de ser hombre;
dímelo ahora que alzo hacia ti mi corazón,
Tú que andas sobre la nieve.
Dímelo ahora que tiembla todo mi ser en libertad,
ahora que brota mi vida y te llamo como nunca.
Sostenme entre tus manos; sostenme en mi tristeza,
Tú que andas sobre la nieve.
LEOPOLDO PANERO
"Haced, Dios mío, que no desee ni busque nunca más que serviros en la forma que Vos queráis." (M. Alberta)