
En su tiempo no se habían inventado los nacimientos, ni los crismas, ni la misa del gallo, ni los regalos de empresa, ni los valores tradicionales de la Navidad y, además, a él no se le daba bien, como a Lucas o a Mateo, lo de escribir relatos sobre la infancia. Pero llevaba el nombre de Jesús tatuado a fuego en su corazón y las cosas que decía de él son un vendaval que nos arrastra con su fuerza en Navidad...(Por Dolores Aleixandre) Texto completo