29/1/11

XV Jornada de la Vida Consagrada


XV Jornada de la Vida Consagrada

2 febrero 2011.

Queridas hermanas,

Queridos hermanos:

La próxima Jornada de la Vida Consagrada, en la festividad de la Presentación de Jesús en el templo, es una buena ocasión para celebrar con gozo y agradecer con humildad el don que el Señor ha hecho a nuestras vidas y, a través de ellas, a su Iglesia.

Todos recordáis que uno de los objetivos que señaló el Papa, al instituir esta Jornada en 1997, era precisamente invitar a las personas consagradas “a celebrar juntas y solemnemente las maravillas que el Señor ha realizado en ellas,…y hacer más viva la conciencia de su insustituible misión en la Iglesia y en el mundo”.

Celebrar con gozo y agradecer al Señor la responsabilidad de nuestra presencia misionera en la Iglesia; para quien la vida consagrada es “un don precioso y necesario también para el presente y el futuro porque pertenece íntimamente a su vida, a su santidad y a su misión” (VC 3). No sólo tenemos, pues, una historia llena de servicios extraordinarios a la evangelización, sino una historia futura por construir, con la que estamos comprometidos, sabedores de nuestras pobrezas y debilidades, pero conscientes también de la fuerza del Espíritu que nos apremia y la confianza de la Iglesia que continúa envíándonos.

Os invito a releer con gratitud, las palabras que, en varias ocasiones, Benedicto XVI ha dedicado a la vida consagrada en los últimos meses. Así, aludiendo a nuestro quehacer evangelizador nos decía: “Deseo expresar mi vivo agradecimiento por lo que hacéis en la Iglesia y con la Iglesia a favor de la evangelización y del hombre”. Nos definía como “buscadores de Dios”: ¡Sed siempre buscadores y testigos apasionados de Dios¡” y ha recordado la multitud de fronteras, en la Iglesia y en el mundo, donde le buscamos con fidelidad a nuestros propios carismas. Y concluía renovando su envío: “la misión forma parte de vuestra identidad; os impulsa a llevar el Evangelio a todos, sin fronteras…Id, por tanto, y con fidelidad creativa haced vuestro el desafío de la nueva evangelización. Renovad vuestra presencia en los areópagos de hoy para anunciar, como hizo San Pablo en Atenas, al Dios „ignoto‟.” (A los Superiores Generales 26 novbre 2010).

Estas palabras entroncan bien con el lema escogido en España para celebrar esta Jornada: Firmes en la Fe. Jóvenes consagrados, un reto para el mundo, que se inspira en el encuentro de Benedicto XVI con los jóvenes de todo el mundo en la JMJ del próximo agosto.

“Firmes en la fe”: será siempre el desafío y el anhelo esencial de nuestras vidas consagradas: permanecer arraigados en la roca que no se desmorona ni cede ante los vientos y las tempestades; llamados a dar testimonio del primado absoluto de Dios, del sentido trascendente de la vida y de los valores que ello comporta, ofreciendo a nuestra sociedad un estilo de vida alternativo donde prive la centralidad de Dios.

Firmes en la fe para ser signos de gratuidad y amor en una sociedad que corre el peligro de verse asfixiada en la confusión entre lo efímero y lo útil, atestiguando la sobreabundancia de amor que impulsa a “perder” la propia vida para ganar la verdadera. (cfr Benedicto XVI, 2 febrero 2010)

La fe como adhesión personal a Jesucristo, amado apasionadamente, que no se confunde con la intransigencia ni el fundamentalismo, sino que provoca una relación personal con el Dios vivo, que nos elige para enviarnos al mundo; la vida consagrada expresa así la búsqueda de Dios y del hombre que es esencial a su identidad.

Firmes en una fe en Jesucristo de la que brota un compromiso efectivo por la justicia, la paz, la creación, la reconciliación entre los pueblos, construyendo puentes en medio de las divisiones de una sociedad fragmentada.

Firmes en la fe en el Dios de Jesucristo, fundamento de nuestra esperanza. En esta esperanza nos gozamos, y desde ella nos encaminamos al futuro. Puesto que, como ha recordado el Papa, “la vida consagrada no podrá morir ni faltará a su Iglesia: ha sido querida por el mismo Jesús como parte inamovible de su Iglesia.” (5 noviembre 2010)

“Nacer de nuevo para una esperanza viva” afirmábamos en la Asamblea de CONFER del pasado Noviembre. “Nacer de nuevo”, es decir, dejarnos “revitalizar” por el Espíritu, una tarea de conversión siempre presente, que nos haga, en fidelidad creativa, descubrir nuevos modos de recorrer hoy los caminos del seguimiento de Jesucristo, y cómo llegar a ser escuela de comunión y esperanza para un mundo a quien Dios en su amor nunca abandona. “Porque la Iglesia tiene necesidad de una vida consagrada que afronte con valentía y creatividad los desafíos del tiempo presente” (Benedicto XVI, a los RR de Roma, diciembre 2005)

El lema de nuestra Jornada hace referencia explícita a los jóvenes consagrados. Una realidad que demuestra que la vida religiosa sigue teniendo un atractivo particular en nuestro tiempo, que puede llenar vidas exigentes y engendrar felicidad en su entorno. La donación gratuita y generosa de la propia persona fascinada por la llamada del Señor, la felicidad de su consagración, la vida en comunión fraterna, el entusiasmo por el anuncio de Jesucristo y el servicio a los más pobres, son los retos de estos jóvenes religiosos a la cultura de hoy. Como son los de los religiosos y religiosas de corazón joven para amar y apasionarse por el Evangelio, desgastados en la alegría y en el gozo de servir a Dios y al hombre, llenos de años de experiencia, pero disponibles para acoger la voz del Espíritu que nos hace “nacer de nuevo”; así la vida religiosa recobra su juventud y renace para “una esperanza viva”. Esta es la exigencia de nuestro tiempo y el fruto del permanecer “firmes en la fe”, porque nos hemos dejado seducir por Jesucristo.

Quisiera para terminar, dirigirme con gratitud, desde la comunión eclesial, a las comunidades cristianas con las palabras de Bendicto XVI: “si la vida consagrada es un bien para toda la Iglesia, algo que interesa a todos, también la pastoral que busca promover las vocaciones a la vida consagrada debe ser un compromiso sentido por todos: obispos, sacerdotes, consagrados y laicos”. (5 noviembre 2010)

Elías Royón, S.J.

Presidente de CONFER

23/1/11

Jesús nos hace Eucaristía




Os dejamos algunos recursos para un posible retiro sobre la Eucaristía en vuestra comunidad. Pincha aquí.

18/1/11

Deseando ser todos uno

Del 18 al 25 de enero, celebramos “el octavario por la unidad de las Iglesias”. El Concilio Ecuménico Vaticano II, alzó con fuerza su voz en el decreto “Unitatis redintegratio” donde se encuentran los datos reveladores que argumentan la razón eclesial del ecumenismo, y el por qué de esta oración por la unidad.

Una vez al año, muchos cristianos tomamos conciencia de la gran diversidad de formas de orar a Dios; nos conmovemos y caemos en la cuenta de que no es tan extraña la manera en que el prójimo rinde culto a Dios.
Los cristianos estamos llamados a reflexionar, actuar, orar y trabajar juntos; apoyarnos, compartir y debatir entre todos. Tenemos que promover el testimonio común en el trabajo de misión y evangelización. Realizar un servicio cristiano, atendiendo a las necesidades humanas eliminando las barreras que separan a los seres humanos. Buscando la justicia y la paz y salvaguardando la integridad de la creación. La belleza de la visión cristiana de la vida radica en su noción de unidad; confiando en que el Cristo resucitado continuará revelándose a sí mismo, como lo hizo al partir el pan en Emaús, desvelando el significado más profundo de la comunidad y la comunión.

El tema de oración de este año gira en torno a la cita del libro de Los Hechos de los Apóstoles:
“Unidos en la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y la oración” (Hch 2,42)

El día primero sitúa los orígenes de la Iglesia madre de Jerusalén y se muestra claramente la continuidad con la Iglesia extendida hoy a través del mundo.

El día segundo recuerda que la primera comunidad reunida en Pentecostés se componía de orígenes muy distintos, y que, de la misma manera, se encuentran hoy en la Iglesia de Jerusalén una gran diversidad de tradiciones cristianas.

El día tercero presta atención al aspecto más fundamental de la unidad: la Palabra de Dios comunicada a partir de la enseñanza de los apóstoles.

El día cuarto insiste sobre la participación como segunda expresión de la unidad. Sobre el método de los primeros cristianos que ponían todo en común, la Iglesia de Jerusalén pide a todos sus hermanos y hermanas de la Iglesia compartir sus bienes y sus preocupaciones en la alegría y la generosidad de corazón, para que nadie permanezca en la necesidad.

El día quinto se refiere al tercer aspecto de la unidad: la fracción de pan, que nos reúne en la esperanza. Nuestra unidad se extiende más allá de la santa comunión; debe implicar una actitud correcta en cuanto a la vida moral, a la persona humana y al conjunto de la comunidad.

El día sexto presenta la cuarta característica de la unidad; como la Iglesia de Jerusalén, sacamos nuestra fuerza del tiempo que pasamos orando.

El día séptimo nos lleva más allá de estos cuatro elementos de unidad: la Iglesia de Jerusalén proclama alegremente la resurrección, incluso mientras aguanta el sufrimiento de la cruz. La resurrección de Jesús es para los cristianos de la Jerusalén actual una esperanza y una fuerza que les hace capaces de seguir siendo constantes en su testimonio, y de trabajar por la libertad y la paz en la Ciudad de la paz.

El día octavo concluye el planteamiento sobre una llamada hecha por las Iglesias de Jerusalén en favor de un servicio más extenso: el de la reconciliación. Aunque los cristianos llegasen a la unidad entre ellos, no habrán acabado su trabajo, ya que ellos mismos deben reconciliarse con otros.

Somos hermanos que debemos intentar caminar unidos. Hijos del mismo Padre Dios, que, animados por el Espíritu, sólo nos queda pensar en las palabras de Jesús:
“Padre, que todos sean uno, como tú estás conmigo y yo contigo” (Jn 17,21).

Textos para el octavario

16/1/11

Jornada de las migraciones


Hoy, 16 de enero, se celebra la Jornada mundial de las migraciones y los emigrantes. Dejar su casa y su ambiente ha supuesto para todos ellos un desarraigo doloroso. Pero también les ha resultado difícil el proceso de integración en la nueva sociedad.

Como es habitual, Benedicto XVI ha publicado un mensaje para esta Jornada, que este año 2011 lleva por lema «Una sola familia humana». En él reconoce que el mundo de los emigrantes es vasto y diversificado y afirma que «no vivimos unos al lado de otros por casualidad; todos estamos recorriendo un mismo camino como hombres y, por tanto, como hermanos y hermanas». La metáfora del camino se refiere a la existencia humana, siempre idéntica y siempre diferente: «el camino es el mismo, el de la vida, pero las situaciones que atravesamos en ese recorrido son distintas: muchos deben afrontar la difícil experiencia de la emigración, en sus diferentes expresiones: internas o internacionales, permanentes o estacionales, económicas o políticas, voluntarias o forzadas».

El mensaje recuerda a los que emigran por razones económicas, a los refugiados que se sienten perseguidos en sus propios países y al número creciente de estudiantes extranjeros e internacionales.

«Todos, tanto emigrantes como poblaciones locales que los acogen, forman parte de una sola familia, y todos tienen el mismo derecho a gozar de los bienes de la tierra, cuya destinación es universal, como enseña la doctrina social de la Iglesia. Aquí encuentran fundamento la solidaridad y el compartir».

Con relación al derecho a emigrar, la Iglesia «reconoce a todo hombre, en el doble aspecto de la posibilidad de salir del propio país y la posibilidad de entrar en otro, en busca de mejores condiciones de vida». Junto al derecho de las personas, reconoce también a los Estados «el derecho de regular los flujos migratorios y defender sus fronteras, asegurando siempre el respeto debido a la dignidad de toda persona humana».

En un mundo que ha descubierto el valor de los derechos humanos, es preciso también recordar el valor de los deberes. En este sentido, el mensaje afirma que «los inmigrantes tienen el deber de integrarse en el país de acogida, respetando sus leyes y la identidad nacional». Como ya escribía Juan Pablo II hace una década, «se trata de conjugar la acogida que se debe a todos los seres humanos, en especial si son indigentes, con la consideración sobre las condiciones indispensables para una vida decorosa y pacífica, tanto para los habitantes originarios como para los nuevos llegados».

Para creyentes y no creyentes, la fraternidad universal se basa en la misma dignidad humana, tan universal como indivisible. Con todo, la fe cristiana afirma como fundamento de esa fraternidad el haber sido creados a imagen y semejanza de Dios.

Que Dios, Padre de todos, «nos ayude a ser capaces de relaciones fraternas; y para que, en el ámbito social, político e institucional, crezcan la comprensión y la estima recíproca entre los pueblos y las culturas». José-Román Flecha Andrés

RETIRO ON LINE

El Servicio Jesuita para los Refugiados nos propone un retiro on line de 30 días basado en las reflexiones y testimonios de quienes viven de cerca esta realidad. Siguiendo el itinerario de los Ejercicios de S. Ignacio, presentan una propuesta de oración para cada día. ¿Te atreves? Pincha aquí.

12/1/11

Cuando un A- Dios se vislumbra...


Os recomendamos vivamente ver el film: "De dioses y hombres" estrenado recientemente y basado en un hecho real. Aquí podéis ver el trailer y leer el testamento que escribió el prior de aquella comunidad monástica poco antes de ser asesinado:


TESTAMENTO DEL P. CHRISTIAN DE CHERGÉ
( Monasterio de Ntra Sra de Atlas -Tibhirine -Argelia)

Cuando un A-Dios se vislumbra...

Si me sucediera un día --y ese día podría ser hoy-- ser víctima del terrorismo que parece querer abarcar en este momento a todos los extranjeros que viven en Argelia, yo quisiera que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia, recuerden que mi vida estaba ENTREGADA a Dios y a este país.

Que ellos acepten que el Único Maestro de toda vida no podría permanecer ajeno a esta partida brutal.

Que recen por mí.

¿Cómo podría yo ser hallado digno de tal ofrenda?

Que sepan asociar esta muerte a tantas otras tan violentas y abandonadas en la indiferencia del anonimato.

Mi vida no tiene más valor que otra vida. Tampoco tiene menos. En todo caso, no tiene la inocencia de la infancia.

He vivido bastante como para saberme cómplice del mal que parece, desgraciadamente, prevalecer en el mundo, inclusive del que podría golpearme ciegamente.

Desearía, llegado el momento, tener ese instante de lucidez que me permita pedir el perdón de Dios y el de mis hermanos los hombres, y perdonar, al mismo tiempo, de todo corazón, a quien me hubiera herido.

Yo no podría desear una muerte semejante. Me parece importante proclamarlo. En efecto, no veo cómo podría alegrarme que este pueblo al que yo amo sea acusado, sin distinción, de mi asesinato. Sería pagar muy caro lo que se llamará, quizás, la "gracia del martirio" debérsela a un argelino, quienquiera que sea, sobre todo si él dice actuar en fidelidad a lo que él cree ser el Islam. Conozco el desprecio con que se ha podido rodear a los argelinos tomados globalmente. Conozco también las caricaturas del Islam fomentadas por un cierto islamismo.

Es demasiado fácil creerse con la conciencia tranquila identificando este camino religioso con los integrismos de sus extremistas. Argelia y el Islam, para mí son otra cosa, es un cuerpo y un alma. Lo he proclamado bastante, creo, conociendo bien todo lo que de ellos he recibido, encontrando muy a menudo en ellos el hilo conductor del Evangelio que aprendí sobre las rodillas de mi madre, mi primerísima Iglesia, precisamente en Argelia y, ya desde entonces, en el respeto de los creyentes musulmanes.

Mi muerte, evidentemente, parecerá dar la razóna los que me han tratado, a la ligera, de ingenuo o de idealista:"¡qué diga ahora lo que piensa de esto!" Pero estos tienen que saber que por fin será liberada mi más punzante curiosidad.

Entonces podré, si Dios así lo quiere, hundir mi mirada en la del Padre para contemplar con El a Sus hijos del Islam tal como El los ve, enteramente iluminados por la gloria de Cristo, frutos de Su Pasión, inundados por el Don del Espíritu, cuyo gozo secreto será siempre, el de establecer la comunióny restablecer la semejanza, jugando con las diferencias.

Por esta vida perdida, totalmente mía y totalmente de ellos,doy gracias a Dios que parece haberla querido enteramentepara este GOZO, contra y a pesar de todo.En este GRACIAS en el que está todo dicho, de ahora en más, sobre mi vida,yo os incluyo, por supuesto, amigos de ayer y de hoy,y a vosotros, amigos de aquí,junto a mi madre y mi padre, mis hermanas y hermanos y los suyos, ¡el céntuplo concedido, como fue prometido!

Y a ti también, amigo del último instante, que no habrás sabido lo que hacías.

Sí, para ti también quiero este GRACIAS, y este "A-DIOS" en cuyo rostro te contemplo. Y que nos sea concedido rencontrarnos como ladrones felices en el paraíso, si así lo quiere Dios, Padre nuestro, tuyo y mío.
¡AMEN! ¡IM JALLAH!
Argel, 1 de diciembre de 1993
Tibhirine, 1 de enero de 1994
Christian.+

ENCUENTRO SUPERIORAS AMÉRICA 2011

CURSOS INTERESANTES

ESPECIAL EUCARISTÍA (novedades!)

En esta sección iremos poniendo algunos documentos sobre la Eucaristía que nos pueden ayudar a vivirla con más profundidad.
Pincha aquí

"Haced, Dios mío, que no desee ni busque nunca más que serviros en la forma que Vos queráis." (M. Alberta)