30/1/10

Adorar



"En el desinterés, el hombre se abre a Dios. Se convierte en «puerta» por la que el poder de Dios entra en el mundo. Cuando actúa, no está vuelto hacia sí mismo, no pretende hacerse valer sólo a sí mismo, ni busca sus propios intereses, sino que se interesa sencillamente por los demás (…).
El auténtico ser se realiza en el desinterés. Y también debemos aplicar la norma del desinterés a la oración cristiana". Continúa leyendo...

(L. BOROS, Sobre la oración cristiana)

27/1/10

Orar...


Iniciamos una serie de entradas sobre la oración y ayudas para entrar en ella.
Aquí puedes descargar un artículo de Anthony de Mello, SJ.
En su introducción dice:
"la principal razón por la que la mayoría de las personas hacen muy pocos progresos en el arte de la oración es que se olvidan de dar a ésta todas las dimensiones humanas que requiere..." Pincha aquí para continuar leyendo.

¡Es el Señor!


Te invitamos a orar con esta canción: Es Él

El que anda sobre el agua,
el que multiplica el pan,
el que calma con su voz mi tempestad;
quien pide llenar mis jarras para dar vino a beber,
el que rema en lo profundo de mi ser.

Es Palabra que alimenta,
es la brisa que me alienta,
es la Vida, es el Camino, es la Verdad...
¡Es el Señor!

¿Acaso no arde nuestro corazón? ¡Es el Señor!
El que te llama, el que me ama.
¡Es el Señor!

El que no mira mis faltas, sino mi fidelidad,
el que hace roca en mi debilidad;
aquel que lo sabe todo, pero vuelve a preguntar,
el que hace fiesta al verme regresar.

Es el fuego que me quema, es el gozo que me llena,
es la fuerza que yo no puedo explicar.
¡Es el Señor! ¿Acaso no arde nuestro corazón?
¡Es el Señor! El que te llama, el que me ama.
..

25/1/10

Acercarse a los límites de la existencia humana


¿Y quién dices que soy yo? Historias de inmigración
Con este título, el último Cuaderno de Cristianisme Justicia pretende acercarnos el tema de la inmigración "desde el corazón del inmigrante, desde su experiencia, buscando describir las vivencias interiores con las cuales quiere afrontar su vida".
Se nos interpela a escuchar más allá de los debates políticos; a escuchar y a dejar que estas historias resuenen en nuestro interior y encuentren, tal vez ahí, un poco del "hogar anhelado".

23/1/10

El santo de la amabilidad

S. Francisco de Sales

Como guía espiritual, Francisco de Sales escribió importantes obras, que le valieron el título de "Doctor de la Iglesia". Los fundamentos de su mensaje sostienen que la santidad y la perfección evangélica son virtudes sencillas, alegres y accesibles a todos. Francisco no sólo defiende y exalta las llamadas grandes virtudes (pobreza, obediencia y castidad), sino que también estimula otras, como la sencillez, el buen humor y la amabilidad. La Introducción a la vida devota, también conocida como Filotea, fue escrita en torno a 1608 y estuvo destinada a demostrar cómo la santidad (o "vida devota") es posible (y aún más, altísima fuente de felicidad) para los laicos y quienes viven y trabajan en medio del mundo.
En el siguiente fragmento de su obra explica a Filotea la importancia de cuidar el momento en el que se pasa de la oración a las ocupaciones cotidianas:

"Al salir de esta oración afectiva, has de tener cuidado de no sacudir tu corazón, para que no derrame el bálsamo que la oración ha vertido en él; quiero decir que hay que guardar, por espacio de algún tiempo, el silencio y transportar suavemente el corazón, de la oración a las ocupaciones, conservando, todo el tiempo que sea posible, el sentimiento y los afectos concebidos. El hombre que recibe en un recipiente de hermosa porcelana un licor de mucho precio, para llevarlo a su casa, anda con mucho tiento, sin mirar a los lados, sino que ora mira enfrente, para no tropezar contra alguna piedra, ora el recipiente, para evitar que se derrame. Lo mismo has de hacer tú, al salir de la meditación: no te distraigas enseguida, sino mira sencillamente delante de ti, pero, si encuentras alguno, con el cual hayas de hablar o al que hayas de escuchar, hazlo, pues no queda otro remedio, pero de manera que tengas siempre la mirada puesta en tu corazón, para que el licor de la santa oración no se derrame más de lo que sea imprescindible."
(Introducción a la vida devota, cap VIII)

18/1/10

"Vosotros sois testigos de todas estas cosas"


Comienza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (18- 25 enero).

Aquí podéis descargar los materiales de oración que se han preparado para este año: Folleto 2010

16/1/10

Un mismo deseo, una sola familia


Como cada año, el hermano Alois de Taizè ofrece una Carta para la reflexión y el diálogo.
En la de este año, escrita hace pocos días a partir de una visita a China, invita a volver juntos a ese deseo de Dios que habita lo más íntimo de cada mujer y cada hombre.
El deseo de Dios, que todos llevamos en nuestro corazón, nos auna y nos constituye una sola familia.
Impresiona leer esta carta teniendo como trasfondo la catástrofe de Haití. Cuando hoy tantas voces nos preguntamos: "¿qué podemos hacer?, ¿cómo ayudar?" ...quizá la primera respuesta sería apostar decididamente por ser familia, en cualquier ámbito, en cualquier circunstancia. Sentir la necesidad del "otro" como necesidad de mi "hermano".
La segunda: elegir la sencillez de vida; elegir la sencillez abre nuestro corazón para el compartir.

Carta del H. Alois:
"Más allá de las grandes diferencias culturales, que pueden crear barreras entre los continentes, todos los seres humanos constituimos una sola familia...
Sea cual sea nuestra cultura, nuestra edad o nuestra historia, tenemos en común una espera, una sed de vida en plenitud.
La Biblia a menudo retorna a esta sed. Ella la ve como una marca grabada por Dios en nosotros para atraernos hacia Él. ¿Aceptaremos dejarnos ahondar por esta sed, sin querer apagarla demasiado deprisa? Esta sed puede convertirse en nosotros en amor ardiente por Aquel que está siempre más allá de lo que comprendemos de Él." Texto completo

15/1/10

Haití. ¿Dónde estaba Dios?


Oriol Domingo | 15/01/2010 - 00:03 horas

1. Una vez ha comenzado a ejercerse la solidaridad cabe preguntarse dónde estaba Dios cuando el terremoto asoló Haití. Es lógico que el ser humano (ateo, agnóstico, creyente) se plantee este interrogante. Lo hace desde que la humanidad pisa el planeta Tierra. Es la milenaria cuestión del mal. No se resuelve con magia. Dios no es un mago. El ser humano tampoco tiene poderes mágicos. La relación entre Dios, humanidad y mal puede ser un laberinto, o un absurdo, o nada, o un problema, o un misterio. O un interrogante.

2. También los seres humanos se sienten interpelados por Dios, según el relato bíblico del Génesis. Dios pregunta a Adán; o sea, a la humanidad: "¿Dónde está tu hermano?"

3. ¿Dónde estaba el ser humano cuando el terremoto destruyó Haití? Habrá Dios, o no. Eso no depende del ser humano. Pero los seres humanos no pueden ni deben rehuir su propia responsabilidad, transfiriéndola a la divinidad. Ellos son, somos, responsables de la pobreza en el mundo, de la riqueza mal repartida, de las frágiles casas que se hunden cuando la Tierra tiembla, de no canalizar bien los ríos que se desbordan, de la falta de medicamentos, de la miseria, de la escasa educación, del dinero utilizado para destruir con armas y no para construir.

4. Hay otra pregunta crucial en el relato bíblico sobre la relación entre Dios y el ser humano. (Y es que la Biblia, sea dicho entre paréntesis, es un conjunto de narraciones profundamente humanas, y no un superficial texto infantiloide). La pregunta, dramática, es formulada por Jesús sufriente clavado en cruz: "Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". Aunque pueda pensarse lo contrario, el creyente es un ser que pregunta. Como el creyente Jesús.

5. La respuesta es más práctica que teórica, más existencial que intelectual, más vital que dogmática. La respuesta se da en la vida de cada uno y también en la propia muerte. La vida de Jesús es la del hombre para los demás. La del hombre que pasa por el mundo haciendo el bien. Que cree, pese a todo, en Dios. Que espera contra toda esperanza desde el fondo de su corazón. Que ama, que se solidariza, que perdona, que ejerce la misericordia. Y que en el último aliento exclama dirigiéndose al Dios que considera padre: "En vuestras manos encomiendo mi espíritu".

(lavanguardia.es)

13/1/10

Tú que andas sobre la nieve...

"De una pureza excepcional estos versos de Leopoldo Panero están escritos desde la fragilidad y al mismo tiempo desde el gozo y la tristeza. Son de búsqueda y encuentro, de presencia y ausencia. Y el que de ellos más se repite: “Tú que andas sobre la nieve”, quizás porque las pisadas en la tierra nevada acaban borrándose como la hermosura de su transfiguración.
Un poema para orar y soñar en medio de un mundo demasiado obvio." (P. Miguel Lamet)

DIME QUIÉN ERES

Ahora que la noche es tan pura,
y que no hay nadie más que tú, dime quién eres.

Dime quién eres y por qué me visitas,
por qué bajas a mi que estoy tan necesitado
y por qué te separas sin decirme tu nombre.

Dime quién eres tú que andas sobre la nieve;
Tú que, al tocar las estrellas, las haces palidecer
de hermosura;
Tú que mueves el mundo tan suavemente,
que parece que se me va a derramar el corazón.

Dime quién eres; ilumina quién eres;
dime quién soy yo también, y por qué la tristeza
de ser hombre;
dímelo ahora que alzo hacia ti mi corazón,
Tú que andas sobre la nieve.

Dímelo ahora que tiembla todo mi ser en libertad,
ahora que brota mi vida y te llamo como nunca.
Sostenme entre tus manos; sostenme en mi tristeza,
Tú que andas sobre la nieve.

LEOPOLDO PANERO

11/1/10

Francisco de Borja, nacido para servir.


Este año se celebra el V Centenario del nacimiento de S. Francisco de Borja. Con ocasión de este acontecimiento, la comisión organizadora del año jubilar está publicando una serie de materiales para dar a conocer la figura del santo. Como ejemplo, resaltamos unos folletos mensuales que tratan diversos aspectos humanos y espirituales de Francisco de Borja y que son además una ayuda para orar y reflexionar a la luz del testimonio de este santo. Aquí os podéis descargar los tres primeros:


Si lo preferís, podéis acceder directamente a la web conmemorativa donde se encuentran. Pincha aquí...

8/1/10

Junto a ti, María


Quizás, estamos muy acostumbrados a escuchar esta frase: "Junto a ti, María". Quizá hayamos olvidado su sentido profundo; quizá ya no resuena nada en nuestro interior porque se nos ha hecho una frase más del común. Pero lo cierto es que sentir pronunciar esta frase en boca de los pobres, de los sedientos de justicia y de paz, es recobrar la confianza y la esperanza de saber que nunca estamos solos.
A nuestro lado tenemos siempre a una Madre que nos acompaña en las luchas de cada día, que se hace peregrina y extranjera con nosotros, avivando y haciendo paciente la espera que en ella se vuelve esperanza, llena de sentido y fuerzas para seguir en la lucha.
Esta ha sido mi experiencia al dedicar una jornada de retiro con este lema: “Junto a ti, María” en preparación para la navidad, con los emigrantes latinoamericanos en Roma. Sin pretenderlo, ellos han tocado mi corazón, haciéndome recuperar el verdadero sentido de la navidad, que con tantas distracciones puede ser pura teoría y algo poco encarnado en la realidad. Fue una experiencia en la que constaté con todos los sentidos el modo como Dios se encarna en las personas de manera tan sencilla, sin mucho ruido. Ahora puedo afirmar con toda certeza que Dios es amor. Es capaz de transformar y conducir vidas si se le deja actuar; solo Él es capaz de llenar de sentido los sin sabores con los que algunas situaciones marcan la vida. Él es quien enciende en todos la esperanza, derramando su amor en cada corazón, donándose y haciendo abundante la misericordia, convirtiendo en posibilidad todo aquello que a simple vista parecía imposible. Yo lo he visto y mi fe se ha hecho grande al ver el modo tan particular con que Dios acoge a cada uno con lo que es.
Ese día comprendí que Dios no necesita de mis conocimientos de teología para que pueda acercarme a Él, solamente espera mi corazón pobre, humilde, sediento de Él, abierto de par en par para dejarlo entrar.
Que María nuestra Madre, nos enseñe a contemplar la realidad en su sentido profundo, con los ojos de Dios, para que podamos contemplar a fondo la realidad que nos rodea. Que cada vez que pasemos junto al pobre, el hambriento, el desnudo, el enfermo, el marginado, podamos reconocer en esa persona el rostro de Jesús.
Brisaida Carreño, rp.

6/1/10

Ver la estrella de la misericordia


"Podemos preguntarnos: ¿cuál es la razón por la que unos ven y encuentran, y otros no? ¿Qué es lo que abre los ojos y el corazón? ¿Qué les falta a aquellos que permanecen indiferentes, a aquellos que indican el camino pero no se mueven? Podemos responder: la demasiada seguridad en sí mismos, la pretensión de conocer perfectamente la realidad, la presunción de haber ya formulado un juicio definitivo sobre las cosas volviendo cerrados e insensibles sus corazones a la novedad de Dios. Están seguros de la idea que se han hecho del mundo y no se dejan ya conmover en lo profundo por la aventura de un Dios que quiere encontrarles. Ponen su confianza más en sí mismos que en Él y no consideran posible que Dios sea tan grande que pueda hacerse pequeño, que se pueda acercar verdaderamente a nosotros.
Al final, lo que falta es la humildad auténtica, que sabe someterse a lo que es más grande, pero también el auténtico valor, que lleva a creer a lo que es verdaderamente grande, aunque se manifieste en un Niño inerme. Falta la capacidad evangélica de ser niños en el corazón, de asombrarse, y de salir de sí para encaminarse en el camino que indica la estrella, el camino de Dios. El Señor sin embargo tiene el poder de hacernos capaces de ver y de salvarnos. Queramos, entonces, pedirle a Él que nos dé un corazón sabio e inocente, que nos consienta ver la estrella de su misericordia, nos encamine en su camino, para encontrarle y ser inundados por la gran luz y por la verdadera alegría que él ha traído a este mundo. Amén."
Benedicto XVI, Extracto de la homilía de la Misa de la Epifanía 06/01/2010.

5/1/10

"...y arrodillándose, le rindieron homenaje"


La fiesta de la Epifanía nos recuerda que la voluntad de Dios es manifestarse a todos los pueblos a través de su hijo hecho hombre. Reconocer al Hijo de Dios en este niño es un acto profundo de fe que nos compromete a reconocerlo en toda la humanidad y en toda la creación, presente y actuante: “Luego entraron en la casa, y vieron al niño con María, su madre; y arrodillándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra. Después, advertidos en sueños de que no debían volver a donde estaba Herodes, regresaron a su tierra por otro camino”.

El encuentro con el Señor, nuevamente encarnado en medio de nuestra historia, nos invita a volver a nuestra tierra por otro camino. El año que comienza debe ser un momento para recomenzar nuestra caminada hacia la plenitud que Dios nos invita a vivir con él, cambiando aquello que nos impide reconocer la manifestación de Dios en medio de su pueblo. Volver por otro camino es descubrir aquellos aspectos de nuestra vida que deben cambiar, que deben dejarse transformar por el amor que Dios nos muestra, por la paz que nos trae su enviado, por la vida que nos regala a través del Niño Jesús, nacido en un pesebre para nuestra salvación. Que nuestro Buen Dios, dueño y Señor de la historia, nos regale sus bendiciones en este año, para que podamos reconocer los brotes germinales de su presencia en toda nuestra historia, personal, familiar, comunitaria y social, de manera que podamos ser transparencia suya para todos los que nos rodean.

Hermann Rodríguez Osorio, SJ, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

4/1/10

Búsqueda de Dios



Este fragmento de un escrito de S. Alberto Hurtado, jesuita chileno, nos puede ayudar para prepararnos a la fiesta de la Epifanía.


La búsqueda de Dios

El que halla a Dios se siente
buscado por Dios, como perseguido por El, y en El descansa, como en un vasto y tibio mar. Ve ante sí un destino junto al cual las cordilleras son como granos de arena. Esta búsqueda de Dios sólo es posible en esta vida, y esta vida sólo toma sentido por esa misma búsqueda. Dios aparece siempre y en todas partes, y en ningún lado se le halla. Lo oímos en las crujientes olas y sin embargo calla. En todas partes nos sale al encuentro y nunca podremos captarlo, pero un día cesará la búsqueda y será el definitivo encuentro. Cuando hemos hallado a Dios, todos los bienes de este mundo están hallados y poseídos.
En toda nuestra vida es Dios lo que la luna para el mar: la causa de sus crecientes y de sus menguantes. Todas nuestras peregrinaciones terrestres han sido movidas por el llamado divino, llamado que ya nos eleva a lo alto, ya nos precipita en lo hondo. Ese llamado de Dios, perceptible en nuestras almas, es el que nos ha convocado a todo lo que merece llamarse grande en nuestra vida, a todo lo que da sentido a una existencia cuando la vida es en verdad una vida.
Y ese llamado de Dios, que es el hilo conductor de una existencia sana y santa, no es otra cosa que el canto que desde las colinas eternas desciende dulce y rugiente, melodioso y cortante. Llegará un día en que veremos que Dios fue la canción que meció nuestras vidas.
¡Señor, haznos dignos de escuchar ese llamado y de seguirlo fielmente!

Alberto Hurtado, SJ.

2/1/10

Llegaste tú



Llegaste, Señor, a nuestras vidas y nada podrá ya ser igual. La historia ha sido traspasada por tu presencia silenciosa y en tu Encarnación se nos ha revelado el verdadero rostro del ser humano.

Te damos gracias, Señor, porque cumples tus promesas. Llegaste despacito; niño frágil, pobre y humilde. En medio de nuestros dolores y esperanzas, nos abriste las puertas del amor que sueña que otro mundo es posible.

Tú, Señor, eres fuente de alegría que vence, que abraza y que ilumina. Entero entregado por amor, nos regalaste en tu camino de pobres un horizonte a nuestro propio caminar. Como nos dice la liturgia:

"En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.

Por él hoy resplandece ante el mundo el maravilloso intercambio de nuestra salvación; pues al revestirse tu Hijo de nuestra frágil condición no solamente dignificó nuestra naturaleza para siempre, sino que por esta unión admirable nos hizo partícipes de su eternidad.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles, te alabamos llenos de alegría" (Prefacio de Navidad III). Cristobal Fones, SJ.

ENCUENTRO SUPERIORAS AMÉRICA 2011

CURSOS INTERESANTES

ESPECIAL EUCARISTÍA (novedades!)

En esta sección iremos poniendo algunos documentos sobre la Eucaristía que nos pueden ayudar a vivirla con más profundidad.
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"Haced, Dios mío, que no desee ni busque nunca más que serviros en la forma que Vos queráis." (M. Alberta)